sábado, 28 de junio de 2008

Entre café y los latidos

Joan Sebastian Bach, músico reconocido por dedicarse casi exclusivamente a la experiencia de lo sagrado, es el que, inspirado también por el espiritu no solo de lo divino sino por el espiritu de su tiempo, decide escribir la primera cantata pagana, a razón de hacer una sátira a la práctica de tomar café, ya que en aquel entonces, siglo XVII, era socialmente mal visto que las mujeres tomaran esa bebida definida por Lieschen -la protagonista de La Cantata del Café- como "delicioso más que mil besos, dulce sabe cual vino moscatel".

Para Lieschen era el café, para María lo más dulce era Carlos y cuando se vió amenazada por la posibilidad de perderlo reaccionó como reacciona una mujer que le estan quitando lo más sagrado de sí: sin raciocinio alguno.

Su reacción me provocó entre angustia, espanto y ternura, su reacción me hizo comprobar que cuando uno ama, muere, si por algún motivo ese amor se ve amenazado con desaparecer ya sea física o emocionamente, porque ese amor es el que más se siente, el que más se toca, el que tiene sabor y el que revela y pone en evidencia las cosas que uno es capaz de sentir y hacer, pero sobre todo porque ese amor es el único que puede germinar y latir dando a luz otra vida...

En estos días he sentido los latidos del corazón de una forma que nunca antes experimenté, siempre los había sentido con mis manos, con mi pecho, inclusive con las plantas de mis pies, pero, de la forma como lo sentí la última vez, me hizo darme cuenta que es posible sentir los latidos del corazón de la persona con la cual has creado vínculos emocionales, de formas tan alucinantes y tan humanas, que cuando te sientes amenazado de perderlo reaccionas de la forma más instintiva y más básica... que el raciocinio sale sobrando.

Entonces el llanto de María hizo darme cuenta que ella también y mucho más, ha sentido los latidos del corazón de Carlos, los ha sentido en su cuerpo pero también dentro de su cuerpo, en el lugar donde abraza la esencia de su ser, aquel lugar donde cada día precisa sentirse amada y abrirse enteramente a la vida.

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