lunes, 14 de julio de 2008

Joan Sebastian Bach y El Reino de lo posible de los Salvadoreños

Cómo iba a imaginarse este compositor alemán del siglo XVII que cuatro siglos después, en un país tan pequeño y de otro continente, se iba a estar escuchando su primera Cantata por un grupo de adultos jóvenes reunidos por un encuentro, no tan casual, que es el recibimiento de un amigo después de un viaje de dos semanas. ¿Cómo iba a imaginarse que ese grupo de adultos jóvenes con potencial real de hacer cambios tangibles en ese país iba a estar escuchando su composición con una mesa llena de cerveza pílsener, comiendo pupusas y hablando sobre campaña electoral? Será que estamos en el reino de lo posible? Será que en ese reino llamado El Salvador cabe esa posibilidad de poder transformar la realidad donde las oportunidades de hacer un cambio de clase social es casi nulas para la mayoría de población, donde el salario mínimo no alcanza para satisfacer las necesidades básicas, donde se realizan aproximadamente 10 homicidios diarios, donde el país se mantiene por las remesas de personas que salieron huyendo de él porque la supervivencia no es sostenible? En un país donde el gobierno esta conducido por el que mejor marketing de campaña hizo y maneja el país cual propiedad feudal...

¿Que determina el reino de lo posible? Y me refiero a reino a aquel lugar o a aquel país en donde existan las oportunidades para trabajar y ganar un salario que permita vivir bajo las condiciones en que un ser humano tiene que vivir, donde el estado vele por sus ciudadanos y les garantice acceso a los servicios básicos: agua, luz, educación, salud y diversión, en función del ser humano y no en función de la mercancía a obtener, un reino donde esta mercancía se transforme de valor de cambio a valor de uso, pues hay cosas que no son intercambiables, pero solo por el hecho de no generar ganancia directa no es condición suficiente para suprimirlas o anularse ya que son la base para la construcción de lo que debería ser una nación, donde el mejor garante es el “Estado de bienestar” para todos los ciudadanos.

El reino de lo posible lo determinan las “acciones posibles” que hacen que el manejo de “la cosa pública” se encauce y se hagan en función de los ciudadanos y no al contrario, el reino de lo posible lo hacen los ciudadanos que no solo sueñan con esa idea sino que hacen acciones concretas, que se organizan, que participan como agentes de cambio, que buscan con la alternancia legislativa, el medio para lograrlo porque no es posible continuar con una forma de hacer política donde el 90% de la población queda excluida de los beneficios de un país, no es posible la transformación social, económica ni educacional si se pretende lograrlo con las mismas ideas, premisas y acciones ya que bien dicen por ahí que la “definición de locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar obtener diferentes resultados”.

Pues así como fue posible comer pupusas, tomar pílsener y escuchar a Bach al mismo tiempo, es posible un cambio en la política, solo se necesita de un agente cohesor para que converjan todos los factores.

¿será posible?

miércoles, 9 de julio de 2008

Despedida

Cómo tendrían que ser las despedidas de esos lugares donde hemos dejado parte de nosotros mismos? Cómo tendríamos que despedirnos de esos sitios donde vivimos momentos maravillosos, donde nos llenamos de locura, de paz, donde nos sentimos en casa ?

Deberíamos despedirnos con alegría por lo vivido? o con tristeza por lo que estamos dejando? o tal vez simplemente tenemos que empacar las cosas, hacer un inventario , apagar las luces, cerrar las ventanas y escuchar el sonido de la puerta frente a nosotros, ese sonido implacable que unicamente se escucha cuando se cierra, más no cuando se abre.

Dónde queda lo vivido?

"Hay hombres que conocen mil variedades de hierbas, otros
conocen variedades de peces,
yo, de separaciones.
Hay hombres que saben de memoria el nombre de cada estrella,
yo, el de las nostalgias"

Nazim Hikmet

domingo, 6 de julio de 2008

Derroche

"Para entrar en el cielo no es preciso morir"

Subí las escaleras en silencio, tratando que no se escuchara el sonido de mis pasos. El edificio parecía sin habitantes, sin vida, pero estaba rodeado de plantas y flores lo cual anulaba esa percepción.

LLegué al segundo piso pero aún me faltaba uno, terminé de subir las escaleras y ubiqué el número del apartamento, una puerta café claro, una ventana al lado izquierdo, el piso rojo. Toqué la puerta y sentí que había llegado a la casa de una persona muy cercana. Me faltaba un poco el aire por subir las escaleras tan de prisa o tal vez porque no estaba segura de lo que llegaba a hacer ahí. Cuando recordé que el motivo de mi visita era llevar agua y medicinas me tranquilicé y la justifiqué.

Ahí empezó todo.

Abrí la puerta del laberinto, un laberinto con infinitos recovecos donde encontré manzanilla y miel, vino y galletas de avena, libros de Benedetti, No te salves, lagunas verdes, pastillas para el dolor de estómago, encontré a Silvio, conocí a Bebe, encontré caminatas por el parque, 100 gradas que me hicieron latir más rápido mi corazón, dos camas, una cama de más, jugo de naranja, una cebolla en forma de flor, una siesta de 3 horas y más vino

y emprendí el regreso...

Pero el regreso se prolongó, tomé el camino más largo y me sumergí más en el laberinto, encontré senderos luminosos llenos de canciones, sobrinos, abuelas, tías, hermanos, mamás, papás, una habitación color azul, un televisor en el techo, amigos, celebraciones, dos cuerpos frente a un espejo, tres cervezas, un beso de bienvenida, todo estaba ahí, todo estuvo ahí y lo tuve conmigo todas las noches, todas las madrugadas y en los primeros rayos del sol ...

Pero el tiempo de la luz solo duraba 10 días y debía continuar para encontrar la salida

LLegué a otro sendero, este era antiguo, oscuro, era el lugar donde aparecerían todos los fantasmas y aunque iba a durar unicamente cuatro días tenía la sensación que iban a ser eternos, pero no tenía otra opción, no podía llegar a la salida sin antes tener que pasar por ese sendero. Ese sendero era el del silencio y tenía que atravesarlo con los ojos vendados para no ver todo lo que acontecía a mi alrededor. En ese momento precisaba tener un batiscafo para poder sumergirme en aguas desconocidas donde nunca había navegado. No había ojos pero sí mucho silencio, de ese silencio que ensordece y termina en angustia. En ese momento yo precisaba de señales, urgia de señales, sin darme cuenta que era la ausencia de ellas la señal más evidente...

Ahora, este día, estoy a punto de salir, a unas horas de salir, sin embargo tengo nostalgia anticipada por todo lo que estoy dejando pero también tengo expectativa por todo aquello que encontraré, gracias a que el laberinto me ha revelado el alma, me ha transformado el cuerpo, me ha puesto de frente con mi esencia y ha hecho que perdiendome... me encuentre.

viernes, 4 de julio de 2008

Domingo 1 de Junio

"Hay épocas en que uno siente que se ha caído a pedazos y a la vez se ve a sí mismo en mitad de la carretera estudiando las piezas sueltas, preguntándose si será capaz de montarlas otra vez y qué especie de artefacto saldrá"

Esta frase escrita por T. S. Eliot me la regalaron el primer día de junio de este año, es decir hace 34 días. En ese momento no sabía por qué me la estaban mostrando...ahora lo sé perfectamente.

martes, 1 de julio de 2008

Agnosia

La Agnosia es la alteración de la percepción que incapacita a alguien para reconocer personas, objetos o sensaciones que antes le eran familiares.

Me pregunto, cómo podríamos definir la incapacidad de anular sentimientos, sensaciones y recuerdos cuando se es consciente que lo mejor es no tenerlos, cómo hacemos para que esa sección del cerebro se quede en blanco o para que se llene de "un mar de leche" como describe Saramago a la ceguera que afecta al personaje inicial en "El ensayo sobre la Ceguera"?

¿Será que estoy buscando el mismo destello que emite la luz cegadora que evoca Silvio en Ojala?

Posiblemente

Anoche estaba leyendo una carta de un amigo donde habla sobre su niñez, el divorcio de sus padres, lo que representa su madre, el vacio que le dejó la ausencia física del padre y en cada palabra impregnaba tanto amor, tanto dolor, tanta mágica, todo derivado de esos recuerdos que se quedaron guardados en ese espacio de su cerebro o tal vez de su corazón.

En plena lectura de esa "carta desde la ingenuidad de un hijo" estaba cuando encontré una frase que me voy a permitir copiar en mi espacio, porque creo que esa frase debería ser una obligación poner en práctica, cuando queremos vivir la vida que deseamos vivir y cuando queremos vivir para contarlo :

“La vida de uno no es lo que sucedió, sino lo que uno recuerda y cómo lo recuerda”

Hoy he decidido tener agnosia emocional, para no reconocer personas, objetos o sensaciones que me llenaron la vida, porque emocionalmente hablando usar el preterito perfecto es tan doloroso porque significa que ya ha pasado o sucedió y porque tiene impreso el sello de "acabado".

Me he dispuesto a más que escribir un "Ensayo sobre el Olvido", ser la protagonista principal, a llenar ese espacio cerebral de un mar de leche, con la variante que yo sí he elegido -finalmente- olvidar...